Hoy y siempre recuerdo con infinita gratitud a aquellos que fueron mis Maestros en los tres ciclos de enseñanza, primaria, secundaria y universitaria. A los que con verdadera vocación docente, cariño, rectitud y disciplina me fueron formando como persona, aparte de cumplir con los objetivos básicos e indispensables para ir pasando de un nivel a otro del crecimiento. Es imposible hacer una listado, fueron muchos y sería muy desagradable olvidar mencionar a alguno.
La definición etimológica de maestro es muy ilustrativa: se refiere a aquel que está por encima de los demás, al que domina el panorama y puede conducir. La palabra maestro viene del latín magis (el que más), es el que en un aula guía y acompaña en el camino del aprendizaje. y el que en una orquesta sinfónica dirige el elenco para lograr una obra integrada y armónica. 
Luego de graduado en la Universidad continué felizmente teniendo maestros en mi especialidad tanto en el país como fuera de el. En éste aspecto la plataforma sobre la que se sustenta una profesión está fundada en quienes fueron los docentes que nos formaron.
Disciplina y exigencia no son sinónimos de autoritarismo, como respeto no es temor. El facilismo y el pasar de un año otro de cualquier modo conduce invariablemente al fracaso porque en la vida laboral el saber se tiene que demostrar en las acciones. 
En el mundo actual los puestos de trabajo van disminuyendo minuto a minuto por las nuevas tecnologías, la globalización, las economía alicaídas etc. y podrá trabajar el más capaz y no el que “zafó” y pasó de un curso a otro por artilugios raros o por políticas demagógicas electoralistas.