Para paliar esta perspectiva tan pesimista, resulta primordial el control periódico para realizar un diagnóstico precoz, de cualquier desorden potencialmente maligno.
El cáncer de la cavidad bucal se estima que ocupa la novena posición, en términos de frecuencia, de todos los cánceres en el mundo. Aproximadamente 270.000 nuevos casos se diagnostican anualmente en hombres y 120.000 en mujeres (IARC-OMS, 2000).
La estrategia más efectiva para prevenir el cáncer oral es controlar los hábitos de riesgo, ya que la etiología del cáncer oral es multifactorial.
Al menos el 75% de todos los cánceres orales podrían prevenirse con la eliminación de los factores de riesgo, como el consumo de alcohol y tabaco.
Otros factores que pueden incrementar el riesgo de padecer cáncer oral son, entre otros:
Exposición prolongada y repetida al sol
El trauma crónico (a causa, por ejemplo, de dientes con cúspides filosas, reconstrucciones ásperas y desbordantes, prótesis mal adaptadas).
Infección con el virus del papiloma humano (VPH)
La exploración física para detectar el cáncer de la boca debe constituir una parte integral de los exámenes médicos y odontológicos ya que es fundamental su detección prematura.
En general, las formas cancerosas menores de 15 mm de diámetro se pueden curar fácilmente.
Por desgracia, la mayoría de las formas de cáncer de boca se diagnostican solamente cuando el cáncer ya se ha propagado a los ganglios linfáticos de la mandíbula y del cuello.
Debido a la detección tardía, el 25 por ciento de los casos de cáncer de boca son mortales.